el desprecio por la naturaleza

El desprecio por la naturaleza Julia Regina de Cardenal* El Diario de Hoy editorial@elsalvador.com Una de las tácticas del comunismo ha sido la destrucción de la familia, pero como no lo pueden admitir abiertamente han creado varios proyectos encubiertos. Las estrategias de la izquierda para imponer su doctrina antifamilia, antilibertad, antipropiedad privada, anticristianismo, etc., en el mundo entero han ido mutando para ver cómo pueden ser aceptadas o pasar inadvertidas. El fin sigue siendo el mismo: la dominación mundial por un sistema fracasado por ir en contra de la naturaleza humana. Para lograr la meta establecida, se unen a poderosos aliados que tienen diferentes intereses en imponer estas agendas, en especial en los países más necesitados. Utilizan los problemas económicos y sociales para conseguir su fin. Por desgracia, organismos como la ONU —que además de ser controlada por los países más ricos, para quienes representamos una amenaza y les interesa que consumamos sus productos farmacéuticos antinatalistas, ha sido infiltrada por ciertos grupos que demandan “nuevos derechos humanos especiales”— se han convertido, en especial en las más recientes cumbres mundiales, en uno de los instrumentos más útiles para mantener la supremacía de los países ricos sobre los pobres. En los últimos meses han acaecido una serie de sucesos que llaman la atención: En abril, en Puerto Rico, intentan despenalizar los actos homosexuales con menores; ese mismo mes, en Gran Bretaña, pretenden reducir la edad para las relaciones homosexuales; en Colombia, presentan un proyecto de ley a favor del homosexualismo, y Brasil presenta una resolución pro homosexualismo en la ONU titulada: “Derechos humanos y orientación sexual”. Asimismo, en febrero, se equiparan las “uniones” homosexuales al matrimonio en Andalucía, país vasco; se legalizan las “uniones” homosexuales en Argentina , el 13 de diciembre de 2002, y se pide que se incluya “orientación sexual” en la Constitución en Bolivia, el 28 de junio. No contamos a Francia, Estados Unidos y Canadá porque llevan ventaja en años en aplicar estas propuestas. Pretenden hacernos creer que para poder pertenecer al “clan” de los países “modernos” o “progresistas” tenemos que aceptar, promover y vivir para el “dios placer”. Es una forma muy lista para atraer a las personas, en especial cuando en el mundo actual lo que se desea es el confort, la autocomplacencia, hacer las cosas con el mínimo esfuerzo y se rechaza cualquier tipo de dolor o sufrimiento. La idea es sembrar esta mentalidad en los adolescentes, que apenas forman su criterio, y los frutos es una moda de jóvenes egoístas, que han aprendido a exigir todo tipo de derechos pero no conocen sus deberes y mucho menos sabrán cómo luchar por mantener una familia unida. Se ha comprobado en múltiples estudios que la desintegración de la familia es una de las causas de muchos problemas graves en nuestra sociedad. Una de las tácticas principales del comunismo ha sido la destrucción de la familia, pero como no lo pueden admitir abiertamente han creado varios proyectos encubiertos. La “perspectiva o enfoque de género”, que dice defender los “derechos de la mujer”, expresa que la maternidad es un rol negativo y la peor forma de esclavitud para la mujer. Además, promueve el libertinaje sexual. El CDU, partido que se autodenomina de “centro”, llevaba como candidatas a diputadas a tres feministas radicales de género, que promueven el aborto como derecho de la mujer, y una de ellas se destacó en sus artículos por incitar a niñas y adolescente al lesbianismo y otros desórdenes sexuales. El FMLN ha pedido que la Asamblea Legislativa ratifique el Protocolo Facultativo del CEDAW, cuando se ha descubierto que a los países que lo han hecho se les ha solicitado que legalicen el aborto, el lesbianismo, la prostitución, los servicios “confidenciales” de “salud sexuales y reproductivos” para niñas desde 10 años y se elimine la celebración del Día de la Madre, por ser un “estereotipo” nocivo para la mujer, entre otros disparates. Alrededor del mundo se usan los mismos pasos para abrir las puertas a las “nuevas formas de familia”. Se les otorga el estatus de matrimonio con los mismos derechos de una familia clásica a parejas de homosexuales. Primero se introduce el concepto de “orientación o preferencia sexual” en el lugar de desorden sexual, como fuente de discriminación. Después se lucha por acabar con la discriminación “por preferencias”, al lograr que los actos homosexuales sean aceptados como “normales” e “iguales” a los heterosexuales. Se exige cambiar leyes para que los actos homosexuales sean aceptados por ser actos privados de mutuo consenso entre dos adultos. Se logra equilibrar la edad de consenso igual que para un matrimonio entre hombre y mujer, al pedir ser aceptados como parejas de hecho y se solicitan los mismos beneficios que tendría una familia tradicional. Cuando se habla de la homosexualidad, la bisexualidad o la pederastia, se debe tener claro que todo ser humano es digno de respeto. Por eso, si su comportamiento atenta contra la sociedad, se debe atacar el problema no a la persona. Cuando grupos se obstinan en hacer pasar como “normal”, “valedero socialmente” y hasta “legal” algo que es objetivamente una desviación, esto constituye una amenaza que puede socavar los valores fundamentales y destruir no la “familia heterosexual”, sino la familia INSTITUCIÓN NATURAL. Basta con ver las páginas “gays” en Internet —accesibles a niños de todas edades— para advertir de que es pura pornografía barata y directorios de prostitución en nombre de la “libertad” que demandan para corromper. Luego, estos mismos grupos, en forma hipócrita, condenan las acciones pederastas que ellos mismos promueven. Aunque haya mucha presión e intimidación de parte de los grupos de izquierda, hemos de defender, no los derechos de los heterosexuales, sino los derechos esenciales y naturales de la persona humana en su dualidad de hombre (masculino) y mujer (femenina), y los derechos de la familia como núcleo de la sociedad. *Columnista de El Diario de Hoy.