martes, 9 de septiembre de 2008

El evangelio de la prosperidad

EL “EVANGELIO” DE LA PROSPERIDAD

Con el título “La vieja cruz y la nueva”, A.W. Tozer notó proféticamente hace ya algún tiempo:

“Sin anuncio previo, y casi sin ser detectada, una nueva cruz ha llegado en los tiempos modernos a los círculos evangélicos populares. Es como la vieja cruz, pero diferente: las semejanzas son superficiales; las diferencias, fundamentales. De esta nueva cruz ha brotado una nueva filosofía de la vida cristiana... Este nuevo evangelismo emplea el mismo lenguaje que el antiguo, pero su contenido no es el mismo ni el énfasis es el de antes ... La nueva cruz ... no predica contrastes, sino similitudes. Busca introducirse en el interés del público mostrando que el cristianismo no tiene exigencias desagradables; más bien, que ofrece lo mismo que el mundo, sólo que a un nivel superior. Se demuestra astutamente que, fuere lo que el mundo enloquecido por el pecado esté exigiendo en este momento, es exactamente lo mismo que el Evangelio ofrece, sólo que el producto religioso es mejor...” [1]

Estas palabras son hoy aún más ciertas que cuando fueron escritas. Muchos líderes cristianos han “descubierto”, y están muy ocupados en propagar, un nuevo evangelio. En el lugar antes reservado a la sana doctrina, se han instalado las experiencias subjetivas, cuanto más espectaculares mejor; en donde antes hallábamos la humillación y la negación de uno mismo, habita ahora el culto a la autoestima; la morada del arrepentimiento y la confesión de los pecados está ahora ocupada por el aconsejamiento psicológico; el sitio central de la gracia
providencial y soberana de Dios ha sido usurpado por el de los presuntos derechos del creyente; la casa de la sanidad del alma ha sido invadida por la de las curaciones del cuerpo y, claro, en la mansión de la riqueza espíritual se ha instalado la prosperidad material.

El engaño es sutil, por una parte porque todo lo que tiende a ser reemplazado no se ha suprimido por completo; simplemente ha sido desplazado de su posición central en lavida cristiana; y en segundo lugar, porque los sustitutos no son generalmente cosas malas en sí mismas. Es el énfasis exagerado en ellos lo que desvirtúa y pervierte el Evangelio.

- El cristiano opulento
El sensacional descubrimiento de que los cristianos no solamente pueden gozar de bienes materiales, sino que están llamados a ser ricos como parte integral del mensaje bíblico, ha sido popularizado por un conjunto de conocidos evangelistas estadounidenses que forman parte del denominado “Movimiento de Fe”, entre los que se destacan Kenneth Copeland, E.W. Kenyon, Don Gossett (mentor y amigo del infame “pastor” Giménez), T.L. Osborn, John Avanzini, Robert Tilton, Oral Roberts, Paul Crouch y Frederick Price.

La riqueza no solamente es considerada por estos predicadores como una parte integral del Evangelio, un derecho adquirido, sino que es señal inequívoca de prosperidad espiritual. A la inversa, la pobreza material es signo de fracaso espiritual y falta de fe; es hasta pecaminosa porque supuestamente va contra la voluntad expresa de Dios para sus hijos.

Del verdadero origen de esta enseñanza y de sus motivos hablaré luego. Por el momento, examinaré sus presuntas bases escriturales.

1. El pacto con Abraham. Supuestamente, Dios le habría propuesto a Abraham un pacto, que éste aceptó porque lo consideró conveniente. Dicho pacto o convenio incluía la promesa de riquezas materiales. Los cristianos, dicen, como descendientes espirituales de Abraham, heredan los mismos derechos que él. Si uno examina el llamado pacto de Abraham y sus términos, como puede leerse en Génesis 12:1-3; 15:1-20; 17:1- 18:15), notará de inmediato que: (1) el pacto y sus condiciones son establecidos unilateralmente por Dios; el hombre no puede rechazar el llamado sin sufrir las consecuencias, ni tampoco modificar sus condiciones; y (2) que el pacto no habla de la prosperidad material de Abraham, sino de darle una gran descendencia, una tierra en la cual habitar y de tornarlo una bendición apar toda la humanidad (en 15:14 dice Dios que los israelitas saldrían de Egipto “con gran riqueza”; pero se trata de una profecía, y no de una parte esencial del Pacto). Hebreos 11 contradice de plano la noción de que la prosperidad material de Abraham –que la tuvo- haya sido un aspecto importante del pacto. Aquí se nos dice que por la fe “alcanzaron buen testimonio los antiguos”, y que la esperanza de Abraham estaba puesta en al Jerusalén celestial (v. 10). Todos los héroes de la fe del Antiguo Pacto “murieron sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, creyéndolo y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (v. 13). Lo que ellos realmente esperaban estaba a un nivel infinitamente superior a la riqueza material, y por esta esperanza, enfrentaron con valor todo sufrimiento: “Anduvieron de acá para allá ... pobres, angustiados, maltratados” (v. 37). Precisamente la misma clase de esperanza celestial es la que se requiere de los cristianos (1 Pedro 2:11).

2. Jesús era rico, y sus seguidores también. Se argumenta que el Señor tuvo a Judas Iscariote como tesorero (Juan 12:6; 13:29), pagó impuestos (Mateo 17: 24-27), y disponía de medios para alimentar a la multitud que le seguía (Marcos 6:37). Sobre esto hay que decir que: (1) No se sabe cuánto había en la bolsa (griego glössokomon) que llevaba Judas. Ciertamente no sería mucho si la llevaban consigo. (2) El impuesto del templo era una obligación religiosa de todo varón judío (Exodo 30:13-16; 38:26). Su valor era de sólo dos denarios por año, menos del 1 % del salario anual de un obrero; sin embargo, Jesús recurrió a un milagro para pagarlo. (3) En ninguno de los relatos de la alimentación de los cinco mil se dice que Jesús dispusiese de los doscientos denarios que, según la estimación de los discípulos, se requerían para comprar suficiente pan (del mismo modo en que es muy dudoso que hubiese cerca una panadería con semejante disponibilidad; aunque en Jeremías 37:21 se menciona una “calle de los panaderos” en Jerusalén, normalmente cada familia horneaba su propio pan) [2]. Por el contrario, la perplejidad de los Apóstoles se debía con seguridad a la imposibilidad de disponer de semejante suma. Por lo demás, Jesús encargó a los suyos que alimentasen a la multitud paraponerlos a prueba, “porque él sabía lo que iba a hacer” (Juan 6:5-6).

3. ¿Ciento por uno?. Oral Roberts y otros han desarrollado la teoría de la “semilla de fe”. Según esta noción, si uno quiere recibir algo de Dios, primero debe dar; y cuanto más dé, más recibirá. Desde luego, “darle a Dios” significa en realidad colaborar económicamente con el evangelista de turno. Un texto favorito de estos predicadores es Marcos 10:29-30, que según ellos enseña la centuplicación de lo ofrendado: $ 100 por cada peso entregado “a Dios”. Sin embargo, tal interpretación violenta el texto bíblico:

(1) No se habla allí en absoluto de las ofrendas, sino de la renuncia del creyente por amor a Jesús; (2) se omite que la recompensa viene “con persecuciones”; y (3) la centuplicación de casas y tierras puede parecer atractiva, pero el anuncio de centuplicación de familiares nos impide tomar la promesa literalmente.
Como observa Wessel:

“El retorno centuplicado en esta vida (v. 30) debe ser entendido en el contexto de la nueva comunidad a la que ingresa el discípulo de Jesús. Allí encuentra una multiplicación de parentescos a menudo más cercanos y con mayor significación espiritual que los lazos de sangre” [3]

Del mismo modo, las casas y tierras son aquellas de nuestros hermanos, que se abren en cristiana hospitalidad, no nuestra propiedad privada.

4. “Todo lo que pidieren en mi nombre”. La promesa de Jesús de que aquello que los discípulos pidiesen en su nombre les sería concedido (Mateo 7:7-11; Juan 14:12-14; 15:7; 16:23-24) se amplía hasta abarcar todo cuanto una persona podría llegar a desear.
Esto incluye, claro está, la prosperidad material. Observamos, empero, que (1) una cosa es la provisión de nuestras necesidades y otra muy diferente la satisfacción de nuestros antojos; y (2) la promesa está indisolublemente ligada a esta condición: “Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros” (Juan 15:7).

- El origen y las motivaciones del “evangelio de la riqueza”
Las enseñanzas de estos predicadores pueden trazarse sin dificultad a fuentes ajenas a la Biblia, y de hecho opuestas a la Escritura [4]. Se basan en nociones esotéricas, según las cuales las palabras y la fe tienen poder en sí mismas: “Lo que dices, recibes”. El poder para obtener lo que deseamos se supone entonces presente en nosotros mismos, y es independiente de la gracia de Dios. Así, ya que se supone que los cristianos tienen derechos adquiridos a los bienes materiales, se inculca que todo lo que necesitamos para acceder efectivamente a ellos es pedirlos con total convicción de que nos serán dados. De modo que si tenemos fe en nuestra propia fe, Dios está obligado, por alguna oscura ley cósmica, a darnos lo que queremos. En el “Movimiento de Fe”, el hombre pretende manipular a Dios para hacerle un instrumento para la satisfacción no ya de sus necesidades, sino de sus caprichos. Desde luego, esta enseñanza es por completo opuesta a las Escrituras, según las cuales la más alta dignidad a la que un hombre puede aspirar es la de ser un siervo de Dios (Lucas 17:7-10). Los Apóstoles y sus discípulos estaban sumamente honrados de ser llamados siervos de Jesucristo (Romanos 1:1; 2 Pedro 1:1; Santiago 1:1; Judas 1).

- ¿Qué hay detrás de esta “teología” de la prosperidad?
En primer lugar, esta la “nueva cruz”, fácil, placentera, acomodada al mundo, encaminada a satisfacer los deseos carnales y a obtener, como los políticos, numerosos adherentes (y contribuyentes) sobre la base de falsas promesas. Claro está que, como asimismo ocurre en la política, se corre el riesgo de que los seguidores se pierdan con tanta facilidad como se reclutaron, cuando las promesas no se cumplen. En segundo lugar, hay un afán indecente y pecaminoso de riqueza y poder por parte de los predicadores de este evangelio diferente. Durante una estancia en Estados Unidos, solía sintonizar una emisora de televisión cristiana. La mayoría de los programas incluían una solicitud de apoyo económico para el sostenimiento del ministerio en cuestión. Sin embargo, mientras que muchos lo hacían con prudencia y discreción, otros eran desaforados hasta el punto de dedicar más de la mitad del tiempo disponible para esquilmar a los televidentes. Es en extremo dudoso que este “evangelio de la prosperidad” haya de veras enriquecido a sus seguidores, pero por cierto que sí ha prosperado materialmente a muchos de sus predicadores. Contra esta clase de “ministros” nos advierte solemnemente la Escritura (Hechos 20:29-31; 2 Timoteo 3:1-5; 2 Pedro 2:1-3; Judas 3-16).

- La Biblia y las riquezas
La perspectiva bíblica es ajena a las enseñanzas de estos maestros. Si bien la prosperidad material puede acompañar a las bendiciones espirituales (Gén 13:2; Salmo 112: 1-3; Proverbios 8:18), ya en el Antiguo Testamento se nos advierte del peligro que representan las riquezas: Salmo 39:6; Proverbios 11: 4,28; 22:1-2, etc. En Proverbios leemos: “No te afanes por hacerte rico; sé prudente y desiste. ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, que no son nada?” (23: 4-5). En el libro de Job se enseña, por otra parte, que las enfermedades, la pérdida de familiares y el empobrecimiento no son en absoluto signos seguros de decadencia espiritual o disfavor divino; el Salmo 73 deja bien claro que la prosperidad material no implica para nada riqueza espiritual; más bien lo contrario puede ser cierto.

El Nuevo Testamento es todavía más claro. El Evangelio se dirige de manera especial a los pobres (Lucas 4:18; Mateo 11:4-5). Los ricos tienen dificultades especiales en aceptarlo (Marcos 10:23-25; 1 Corintios 1:26). Desde que comenzó su ministerio público, el Señor Jesús vivió voluntariamente en la pobreza (Mateo 8:20; Lucas 8:1-3). Al tiempo que nos mandó pedir por nuestras necesidades (Mateo 6:25-34), enfáticamente desalentó la búsqueda de riqueza material y nos llamó en cambio a hacernos tesoros en el cielo (Mateo 6:19-20; Lucas 12:16-21; 16:13).
Las enseñanzas de los Apóstoles son, desde luego, consistentes con las de Jesús. Pablo vivió en la pobreza (1 Corintios 4:9-13) y, aunque tenía derecho a su sustento, renunció voluntariamente a éste (1 Corintios 9; Hechos 20:33-35). Es evidente que el Apóstol no compartía las ideas del “Movimiento de Fe” sobre la prosperidad material de los ministerios cristianos, ¡y sobre todo la de los ministros! (1 Timoteo 6:9; 2 Timoteo 3:1-5). Pedro nos exhorta a no vivir conforme a las pasiones (1 Pedro 4:1-6). Santiago nos convoca a honrar y proteger a los pobres, y amonesta severamente a los ricos (Santiago 1:9-10; 2:1-7; 5:1-6). Juan le desea a Gayo salud física y prosperidad material en la medida en que poseía riqueza espiritual, para que hiciese buen uso de sus recursos (3 Juan 2).

- Conclusión
El llamado “evangelio de la prosperidad” es una distorsión grave de la enseñanza bíblica, que tiende a crear seguidores que desean llenar su vientre antes que su corazón, y que en muchos casos al resultar desengañados se tornan rebeldes al auténtico Evangelio. La posición bíblica con respecto a los bienes materiales fue establecida con exactitud en las siguientes palabras inspiradas por el Espíritu Santo, escritas por un santo del Antiguo Pacto:

“Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes de que muera: Vanidad y mentira aparta de mí, y no me des pobrezas ni riquezas, sino susténtame con el pan necesario; no sea que, una vez saciado, te niegue y diga: «¿Quién es Jehová?», o que, siendo pobre, robe y blasfeme contra el nombre de mi Dios.” (Proverbios 30:7-9).


F.S

Notas
[1] Citado por Francis Grim, Heaven and Hell. Kempton Park : HCF Publications, p. 88-89.
[2] Joachim Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, 2ª Ed. Madrid: Cristiandad, 1980, p. 25.
[3] Walter W. Wessel, Mark. En F.E. Gaebelein (Ed.), The Expositor’s Bible Commentary. Grand Rapids: Zondervan, 1984, 8:717.
[4] Esto ha sido irrefutablemente documentado por el autor pentecostal Daniel R. McConnell en A different Gospel: An Historical
and Biblical Analysis of the Modern Faith Movement. Peabody: Hendrickson, 1988.
Bibliografía adicional
Crenshaw, Curtis I. Man as God: The Word of Faith Movement.
Memphis: Footstool, 1994.
Hanegraaf, Hank. Cristianismo en crisis. Miami: Unilit, 1993.
MacArthur, John F. Charismatic Chaos. Grand Rapids:
Zondervan , 1992.
Saraví, Fernando D. Control mental: Una perspectiva cristiana.
Buenos Aires: Certeza, 1994.

estan los "ungidos"libres de critica?

¿ESTÁN LOS "UNGIDOS DE DIOS" MÁS ALLÁ DE LA CRÍTICA?

En Su Sermón del Monte, Jesús exhortó a Sus seguidores a no juzgar de manera hipócrita ni con autojustificaciones. ¿Es necesariamente esto lo que hacemos los cristianos cuando ponemos en tela de juicio las enseñanzas de los maestros y evangelistas que se presentan como los "ungidos de Dios"? Algunos de los maestros que reclaman tal unción dicen que no debe juzgárseles en la forma en que lo hacemos, y muchos de sus seguidores replican ante cualquier expresión de crítica, diciendo: "No toquen a los ungidos de Dios".

Algunos de estos maestros, incluso, añaden que cualquier actitud de critica en contra de ellos, conlleva graves consecuencias. Considere lo que el prominente maestro de la Fe, Kenneth Copeland, afirmó en su mensaje grabado "Why All Are Not Healed? (¿Por que no todos son sanados?) (#01-4001).

"Hay personas que está tratando de colocarse en posición de emitir juicios negativos sobre el ministerio del cual soy responsable, y también sobre el ministerio que es responsabilidad de Kenneth E. Hagin... Algunos de ellos, a quienes yo conozco, se han atrevido en sus criticas a decir que nuestra fe es como la de una secta de Tulsa...
Algunos de ellos ya están muertos ahora mismo, sufriendo a causa de lo que han
hecho, una muerte prematura, y otros más están enfermos de cáncer...".

En adición a ciertos maestros de la Fe, tales sentimientos pueden también encontrarse en diferentes grupos involucrados en "control pastoral" y en otras formas de sistemas autoritarios (tales como iglesias agrupadas en pequeñas asociaciones y aun las que numerosamente se propagan sin vinculación oficial con otras). Los líderes de este tipo de entidades religiosas son comúnmente considerados por sus seguidores como poseedores de dones muy especiales y con un llamado superior que les concede una autoridad inapelable —algo así como una tarjeta de crédito celestial sin límite en los gastos. Disputar a individuos como estos, sus enseñanzas o prácticas, es como tratar, según ellos, de contender con el Mismo Dios.

Los defensores de una autoridad tan cuestionable, presumen que las Escrituras respaldan sus puntos de vista. Su prueba bíblica fundamental está en el Salmo 105:15: "No toquéis... a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas". Pero una más seria interpretación de este pasaje demuestra que el mismo nada tiene que ver con el derecho a examinar las enseñanzas y las prácticas de los líderes de la iglesia.

Primero, es necesario notar que en el Antiguo Testamento la frase "ungidos del Señor" es usada típicamente para referirse a los reyes de Israel (I Samuel 12:3,5; 24:6,10; 26:9,11,16,23; II Samuel 1:14,16; 19:21; Salmos 20:6; Lamentaciones 4:20), y a veces para referirse específicamente a la descendencia real proveniente de David (Salmos 2:2; 18:50; 89:38,51), y no para aludir a poderosos maestros o profetas. Aunque el texto en sí menciona a los profetas, en el contexto del Salmo 105 la referencia se hace evidentemente a los patriarcas en general (versos 8:15 cf., I Crónicas 16:15-22), y a Abraham en particular, (a quien Dios llamó profeta), (Génesis 20:7). Es por lo tanto, muy debatible, que tal texto pueda aplicarse a algunos líderes seleccionados dentro del Cuerpo de Cristo.

Aún, si el texto pudiera aplicarse a determinados líderes en la iglesia de hoy día, habría que tener en cuenta que los verbos "tocar" y "dañar" tienen que ver con agravios físicos que se inflijan contra alguien. El texto del Salmo 105:15 es, por tanto, completamente irrelevante en relación con que se cuestionen las enseñanzas de los autoproclamados hombres o mujeres de Dios.

Y aún más, aunque aceptáramos la errónea interpretación que algunos hacen del Salmo 105:15, ¿cómo podríamos saber a quienes no "tocar" —esto es, cómo pudiéramos identificar a los profetas verdaderos de Dios? ¿Por qué ellos mismos y sus seguidores dicen que ellos son? Con una base como ésta, pudiéramos entonces aceptar las pretensiones de Sun Myung Moon, Elizabeth Clare Prophet, y de todos los demás líderes sectario que se autopresentan como profetas. ¿Será por qué ellos son afamados productores de milagros? El Anticristo y los Falsos Profetas pueden aducir esas credenciales. (Apocalipsis 13:13-15; II Tesalonicenses 2:9). ¡No! Los representantes de Dios son conocidos, por encima de todo, por su pureza de carácter y doctrina (Tito 1:7-9; 2:7,8; II Corintios 4:2cf.; I
Timoteo 6:3,4). Si alguien que aspire a ser un vocero de Dios no puede pasar la prueba bíblica del carácter y la doctrina, entonces no habría razón alguna para aceptar a esa persona por muchas pretensiones que tenga y no debiéramos tener miedo de ninguna clase de que podamos ofender a Dios a la hora de criticarles.

Finalmente, si un cristiano puede ser considerado ungido, entones todos los cristianos pudieran también reclamar como de ellos esa distinción. Porque éste es el único sentido en el que el término es usado (aparte de Cristo), en el Nuevo Testamento: "Vosotros (refiriéndose a todos los creyentes) tenéis la unción del Santo" (I Juan 2:20). Así que ningún cristiano puede reclamar justificadamente una clase especial sobre otros creyentes, proclamándose como "el ungido intocable" de Dios. Con esto en mente, nos resulta significativo que el apóstol Juan no use este término con referencia a la enseñanza o la predicación, inspiradas y llenas de dinamismo en su época, sino que lo haga refiriéndose a la habilidad y responsabilidad de cada creyente para discernir entre los maestros falsos y verdaderos, (versos 18-24).

Las enseñanzas o prácticas de nadie pueden estar exentas de una evaluación bíblica —especialmente en lo que se refiere a líderes de influencia. De acuerdo con la Biblia, la autoridad y la obligación de dar cuentas van mano con mano (e. g. Lucas 12:48). Mientras mayor es la responsabilidad que uno tiene, mayor es la responsabilidad que tiene ante Dios y su pueblo.

Los maestros y los demás líderes de la comunidad cristiana deben ser extremadamente cuidadosos en no engañar a creyente alguno, porque su llamamiento está estrictamente sujeto ajuicio (Santiago 3:1). Ellos debieran,
por tanto, ser agradecidos cuando los cristianos sinceros tomen su tiempo y su esfuerzo en pedirles que rectifiquen cualquier errónea doctrina o enseñanza que puedan estar compartiendo con otros. Y si el criticismo fuera no bíblico o careciera de fundamento, ellos deberían responder de acuerdo a las normas prescritas en las Escrituras, donde se dice que ellos tienen que corregir cualquier desacertada oposición doctrinal, con amable instrucción (II Timoteo 2 :25).

Hay, desde luego, otro aspecto de este asunto: el criticismo a veces puede ser pecaminoso, conduciendo a la rebelión y a divisiones innecesarias. Los cristianos deben respeto a los líderes que Dios les ha dado (Hebreos 13:17).
De ellos es la tarea de ayudar a la iglesia en su crecimiento espiritual y en el esclarecimiento de sus doctrinas (Efesios 4:11-16). Al mismo tiempo, los creyentes deben estar alertas acerca de la posibilidad de que maestros falsos se levanten dentro del rebaño cristiano (Hechos 20:29; II Pedro 2:1). Esto hace imperativo para nosotros que probemos todas las cosas por medio de las Escrituras, como hicieron los bereanos, quienes alcanzaron reconocimiento por haber estado listos para examinar, aun, las palabras del apóstol Pablo (Hechos 17:11).

Nosotros necesitamos afirmarnos en las repetidas advertencias de las Escrituras de que estemos en guardia para poder detectar las falsas enseñanzas (e.g. Romanos 16:17,18cf.; I Timoteo 1:3,4; 4:16; II Timoteo 1:13,14; Tito 1:9; 2:1), y denunciarlas ante nuestros hermanos y hermanas en Cristo (I Timoteo 4:6). Con tan fuerte apoyo bíblico difícilmente podrían tales acciones ser consideradas como antibíblicas.

avivamiento antes de la venida de Cristo

¿AVIVAMIENTO POCO ANTES DE LA VENIDA DE CRISTO?

Constantemente se escucha, principalmente por los teleevangelistas, de que viene un poderoso avivamiento mundial que precederá a la Segunda Venida de Cristo. Cuando los predicadores dicen tal cosa en los púlpitos, las congregaciones se emocionan y empiezan a bendecir al Señor por tan grata noticia. No hará una semana que en el canal de televisión TBN estaban cinco predicadores entusiastas profetizando de este supuesto avivamiento mundial que está a las puertas.
Léase por ejemplo lo que dice el padre de todos los herejes, César Castellanos:

“Hemos recibido la Palabra (profecía, el autor) en el sentido de que en los años venideros habrá gente hambrienta por conocer el mensaje de salvación, millones y millones correrán por las calles demostrando su deseo de saber de Cristo y la única estructura que permitirá estar preparados para esto es la estructura celular”, César Castellanos, Sueña y ganarás el mundo, G12 Editores, Miami, pp. 201,202.

Pero, a la luz de la Biblia, ¿será precedida la Segunda Venida de Cristo por un avivamiento de esta índole? ¿Qué dice el sermón profético de Cristo registrado en Mateo 24,25, Marcos 13, y Lucas 21, acerca de los acontecimientos que precederán al retorno de nuestro Señor? ¿Tiene base bíblica la enseñanza del movimiento El Reino Ya o Teología de la Reconstrucción de que Cristo no regresará hasta que la Iglesia haya conquistado el mundo, enseñanza que es prima hermana de aquella que dice que viene un gran avivamiento mundial? Conviene examinar lo que el Señor enseñó en el Sermón Profético de Mateo 24 y 25, y después pasar a lo que el apóstol Pablo escribió al respecto.

En Mateo 24 y 25 se utilizan, por lo menos, tres términos en referencia al segundo regreso del Señor, a saber: παρουσία (aparición, venida), έρχομαι (venir), y σημέιον (señal.) Los tres términos se usan un total combinado de diecisiete veces. Dentro de los varios asuntos que el Señor trató en este extendido discurso, resaltan cuatro, a saber: 1) los eventos previos a Su venida, 2) por qué muchos se condenarán, 3) la urgencia de velar, y 4) el destino final tanto de los justos como el de los injustos. ¡En ninguna parte de estos dos capítulos se habla de un glorioso avivamiento que ocurrirá en la tierra anticipando la venida de Cristo! ¡Qué inconsistente, exegéticamente, es pensar que Dios enviará un glorioso avivamiento a la Iglesia del cual no le permitirá participar porque vendrá por ella sin que lo disfrute! Según la enseñanza Premilenial de la Segunda Venida de Cristo, el Señor librará a la Iglesia de una gran prueba (tribulación) que vendrá sobre toda la tierra, no de un gran avivamiento: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba (tribulación) que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra” (Apocalipsis 3:10.) Se ha utilizado este texto por la razón de que dentro del sistema Premilenial y Dispensacional que es sostenido por la mayoría de los teleevangelistas la iglesia de Filadelfia, a la cual fueron dirigidas las palabras de Apocalipsis 3:10, representa la iglesia verdadera que será llevada en el Rapto. Como se puede ver en el citado texto, el Señor levantará a Su Iglesia para que no pase por la prueba que vendrá al mundo, y no tanto para que no disfrute de un glorioso avivamiento.

Nuestro Señor, en respuesta a las preguntas de sus apóstoles, mencionó en Mateo 24 diez señales prominentes que anunciarán Su inminente retorno, a saber:

Primera: La aparición de muchos diciendo, en Su nombre, que son el Cristo, esto es, el Ungido, con el agravante de que engañarán a muchos (v.5.) La palabra “Cristo” en griego significa “ungido”. De manera que lo que pretenderán estas personas será que son los “ungidos” del Señor. Por lo tanto, los creyentes deberán hacerles caso incondicional porque en ellos reside la autoridad espiritual. Lo trágico es que “muchos” serán engañados, y éstos serán, lamentablemente, creyentes. Los inconversos no serán engañados ya que ellos no necesitan ser engañados: ¡Viven en el engaño! ¡Y decir que muchos deseaban que en nuestra iglesia se introdujeran los oficios de “profetas” y “apóstoles”, pavimentando el camino para que se cumpliera lo que Cristo profetizó!

Segunda: Guerras y rumores de guerras (v.6.) De este punto no se necesita hacer ningún comentario, porque sabemos lo que sucede alrededor del mundo respecto a guerras: Irak, Israel y Palestinos, Irán desarrollando su fuerza nuclear, lo mismo Corea del Norte. El armamentismo de las naciones nunca ha sido por amor al arte: llega un momento en que lo que han almacenado en armas, lo utilizan.
Después de todo, la industria bélica es la más lucrativa de todas las industrias. Si no hay guerras, se inventa una para que hagan millones y millones de dólares las grandes fábricas armamentistas.

Tercera: Pestes, hambres, y terremotos en diferentes lugares (v.7.) De cuántas plagas se puede hablar que asolan la tierra. Solamente una ha hecho y seguirá haciendo estragos, el SIDA. Hambres, solamente hay que dirigir la mirada para ver lo que sucede en los países de Africa.

Cuarta: Todo esto, nada más principio de dolores (v.8.) Por amor de Dios, señores evangelistas: no dice principio de avivamientos, sino principio de dolores. Si hay principio es porque hay continuación y ésta es mucho más grave que el principio. Véase en Mateo 24 y 25 qué tanto se habla de dolor.

Quinta: Tribulación, muerte, aborrecimiento de los cristianos por todas las gentes (v.9.) Desde la perspectiva Premilenial y Dispensacional, la tribulación, muerte y aborrecimiento de los creyentes es un anticipo de la Gran Tribulación de la cual la Iglesia será rescatada. Aquí se debe hacer un importante paréntesis. En los estudios hechos por cuatro profesores de teología del Trinity Evangelical Divinity School de Deerfield, Illinois: Gleason L. Archer, Jr., Paul D. Feinberg, Douglas J. Moo, y Richard R. Reiter, para probar si el Rapto de la Iglesia será antes, durante o después de la Gran Tribulación, la posición de Gleason L. Archer de que el Rapto será a mediados de la Gran Tribulación, lo deja a uno con las baldosas del suelo sacudiéndose.
Ninguno de ellos habla de un gran avivamiento en preparación para la Segunda Venida de Cristo.

Sexta: Tropiezo, traición y aborrecimiento (v.10.) Los que tropiezan, los que traicionan, y los que aborrecen, son creyentes apóstatas. En estos puntos, Cristo no describe al mundo inconverso sino a la iglesia apóstata, que muy bien puede ser la de Laodicea de Apocalipsis 3:14-22. ¡Nada de avivamiento, señores: tropiezo, traición y odio, entre individuos que pretenden ser cristianos!

Séptima: Nuevamente, el surgimiento descomunal de falsos profetas que engañarán a muchos (v.11.) El autor se pregunta cuántos profetas se hubieran levantado si la iglesia hubiera aprobado en la Asamblea Mundial el supuesto oficio de los apóstoles y profetas.

Octava: Multiplicación de la maldad y el enfriamiento del amor (v.12.) Como el amor del cual habló el Señor en este texto es el de los creyentes, por lo tanto, la multiplicación de la maldad que se incluye en el texto, no es la del mundo ¡sino la de la Iglesia! ¡Apostasía redonda, señores, no seamos ingenuos!

Novena: La predicación del Evangelio por todo el mundo (v.14.) La explicación de que esta predicación del Evangelio se refiere al ministerio evangelístico de los judíos durante el Milenio, no tiene base bíblica. En Mateo 24 y 25 Cristo asocia el fin de la economía presente con Su venida. Cristo, por lo tanto, vendrá cuando se haya proclamado el Evangelio a todas las naciones.

Décima: No vayan donde se dice que está el ungido (v.26.) ¡Qué tragedia que por la iglesia de Toronto, Canadá, que popularizó la risa santa, han pasado millones de personas de todo el mundo! ¡Qué tragedia que por la iglesia de Pensacola, Florida, han desfilado también millones de curiosos para ver qué se les pega! ¡Qué tragedia que por la iglesia de Castellanos en Bogotá han desfilado millones de personas de todo el mundo para ver cuál es la técnica de crecimiento! ¿No hubiera sido más provechoso que junto a sus iglesias se hubieran puesto en ayuno, oración, confesión de pecados, humillación y quebrantamiento?


H. A.

Cristo rompe todas las cadenas!!!

otro hermoso video donde muestra a una joven que esta siendo hostigada por demonios y Cristo la libera;


El regreso de los Vigilantes

La Biblia habla con detenimiento  sobre los vigilantes. Especificamente apocalipsis. Ellos estan todos encerrados en los abismos y que seran...