miércoles, 4 de febrero de 2009

Infiltrados dentro de las iglesias

Aqui un escrito que me mandara el hermano donald dolmus de nicaraguas y que fue escrito por Miguel rossell.Les enseño un extracto del mismo sobre los infiltrados en la iglesia.Yamilet
Prestando atención al fenómeno de la infiltración
Más que nunca antes, los obispos (ancianos) deben cuidar de la verdadera grey, porque más que nunca antes la infiltración en las iglesias evangélicas es un hecho. Muchos no son conscientes de esto, y ese es el ardid del diablo.
Proveniente de la Contrarreforma, los jesuitas e Illuminati (que según el finado ex jesuita de alto rango Alberto Rivera, son lo mismo), han estado activos contra los evangélicos, y lo han hecho sobre todo a través de una apabullante infiltración. Hoy en día existe dentro del seno eclesial una enorme cantidad de falsos hermanos, muchos de ellos ocupando puestos de alta responsabilidad. Mucho del “crecimiento” de muchas iglesias, en concreto del G12, se debe a la misma razón, para engañar así a los incautos, de manera que también ellos reciban “la visión del G12” y se queden en “la visión”, participando de sus católicos y herméticos Encuentros. El camino hacia la Gran Ramera está del todo despejado de esa manera, y el espíritu del inicuo también está servido.
Una experiencia personal
En nuestra congregación en Centro Rey, por meses hemos sufrido el acoso de esos falsos cristianos que han pretendido entrar y quedarse en la iglesia. De hecho, descubrimos que algunos de los hermanos de la iglesia en realidad no eran hermanos, sino agentes de los Illuminati (¡a saber cuántos habrá en cuántas congregaciones evangélicas!)
Ellos no pierden el tiempo. En seguida buscan como afectar la iglesia, según las órdenes que reciben, las cuales siguen a pie juntillas. Ni qué decir que a esos hijos del diablo los tuvimos que echar, aunque siempre negaban ser lo que eran (jamás revelarán su verdadera identidad, les va con ello la vida).
A los pastores reunidos en el seminario del sábado, les contaba nuestra experiencia en Centro Rey, de cómo por meses, y cada domingo, venían personas nuevas al culto. Al principio nos alegrábamos, pero el Espíritu Santo nos fue revelando que tipo de gentes eran. Nos dimos cuenta también, que todos ellos hacían gestos que llegamos a saber eran invocaciones y conjuros; algunos abiertamente hacían los cuernos, sobre todo en el tiempo de la alabanza, aprovechando el movimiento y las palmas.
Evidentemente, a muchos les invitábamos a salir de la iglesia, y los otros viendo eso, pues ya no volvían. Casi cada domingo y por meses, venían gentes diferentes y de diferentes nacionalidades, llegando a ser un verdadero agobio.
Llegó el momento – les comentaba a los pastores – que tal era el acoso, que decidimos por unos domingos no permitir la entrada a nadie que no conociéramos, y así lo hicimos. Durante dos o tres domingos vinieron como siempre, pero se les decía que era una reunión sólo para los miembros, y no podían entrar. Curiosamente, uno de ellos allí mismo en la puerta preguntó ¡como podía llegar a ser miembro! Una tonta manera de delatarse allí mismo.
Ahora lo interesante del caso, es que desde ese momento, ya no ha vuelto nadie nuevo de forma espontánea, y esto ya por dos meses aproximadamente. Es evidente que sabían y saben que no les íbamos a dejar entrar, y es evidente por tanto que todos aquellos que nos visitaron eran de lo mismo. Eso nos demuestra que están perfectamente organizados.

Les decía a los pastores que muchos consiervos se alegran tanto cuando aparecen personas desconocidas los domingos, y yo les decía que la iglesia primitiva y perseguida, era muy cauta cuando se presentaban desconocidos presuntos nuevos cristianos en sus cultos, y jamás decían ingenuamente “¡Bienvenidos!” (2 Juan 10), sino que tenían mucho cuidado y discernían, ya que también recordaban las palabras del apóstol Pablo:
“…mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño” (Hchs. 20: 27-29)
Hoy por hoy, muchos de hecho han olvidado esas sabias palabras de advertencia, porque sólo quieren, a como de lugar, llenar sus templos de personal. Pero la Palabra nos insta más que nunca antes a VELAR: “Por tanto, velad…” (Hchs. 20: 31)
Muchos olvidan que es mayormente a modo de “caballo de Troya” que el enemigo pretende destruir las congregaciones, es decir, desde adentro.

No hay comentarios:

El regreso de los Vigilantes

La Biblia habla con detenimiento  sobre los vigilantes. Especificamente apocalipsis. Ellos estan todos encerrados en los abismos y que seran...